Hay un país en el mundo
en el mismo trayecto del sol.
Oriundo de la noche.
Colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.
Era el poema que recitaban los 22 estudiantes de Lengua Española Básica I debajo de “la mata de mango” de la Facultad de Humanidades mientras la profesora los escuchaba atentamente para ponerles sus calificaciones.