MADRID
EUROPA PRESS
Los trabajadores humanitarios de diferentes organizaciones aseguran que Yemen está en riesgo de sufrir un desastre humanitario, ya que a medida que las necesidades aumentan, el reparto de la ayuda se hace cada vez más complicado, según la agencia de noticias humanitarias de la ONU, IRIN.
Yemen, uno de los países más pobres del mundo, con un grupo insurgente en el norte, un movimiento secesionista en el sur y con fuerzas de Al Qaeda por todo el país, ahora ha caído en la represión de protestas prodemocráticas en sus principales ciudades, en una crisis petrolera y en el aumento del precio de los alimentos. Unidos, estos factores han transformado problemas crónicos en crisis agudas.
El empeoramiento de la ya de por sí frágil crisis humanitaria, las dudas de los países donantes, la inseguridad y la complejidad logística están dificultando el reparto de la ayuda para los más vulnerables.
FINANCIACIÓN
Según el informe de Oxfam Internacional del 19 de septiembre, sobre el hambre generalizado y la malnutrición crónica en Yemen, "mientras los donantes prometen millones de dólares para ayudar a Túnez, Egipto y Libia a reconstruir sus economías y suplir las necesidades humanitarias, la comunidad internacional olvida la difícil situación de los yemeníes".
La financiación que existía ahora está disminuyendo, "irónicamente, con Yemen enfrentándose a uno de sus peores desafíos humanitarios, los donantes están retirando los fondos", señaló a IRIN el autor del informe de Oxfam, Ashley Clements.
Los Amigos de Yemen --un grupo de donantes preocupados por el futuro del país, incluidos Estados Unidos y los estados europeos y del Golfo-- no se han reunido desde que comenzó la actual crisis en febrero, dice Oxfam. El Plan de Respuesta Humanitaria para Yemen, un llamamiento para conseguir fondos administrado por Naciones Unidas, ha recibido menos del 60 por ciento de los 290 millones de dólares (unos 218 millones de euros) que pidió. "Aunque el parón político haya provocado la pausa de las donaciones, este es el momento en que es más importante actuar", añade la ONG.
PROBLEMAS DE ACCESO
La inseguridad en el país también ha complicado el panorama. La fuerte represión de las protestas en la capital, Saná, obligó a Naciones Unidas a evacuar temporalmente a más de la mitad de su personal internacional. La mayoría de los organismos de ayuda han reducido de forma similar el número de empleados presentes en el país, mientras intentaban mantener la prestación de servicios.
Por otro lado, las renovadas luchas entre el Ejército y los insurgentes del sur, han desplazado a más de 100.000 personas desde mayo, según los datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA). En la provincia meridional de Abyan, los enfrentamientos ya han dificultado el reparto de material doméstico para los desplazados, según un informe de la OCHA del 29 de agosto.
En algunas áreas del norte, las tasas de malnutrición están entre las peores del mundo, con cerca de un tercio de los niños menores de cinco años que sufren desnutrición aguda, de carácter moderado o severo, más del doble del umbral de emergencia, según una encuesta sobre nutrición realizada por UNICEF a personas desplazadas en la provincia de Hajjah.
Pero pese a las alarmantes tasas de desnutrición y la falta de acceso a comida asequible en el país, la inseguridad ha obstaculizado la entrega de suplementos nutricionales en algunas provincias, señala el informe de la OCHA.
Algunas provincias en el norte del país, como Amran, Al Jawf o Marib, controladas por tribus progubernamentales y antigubernamentales suponen un problema para los organismos humanitarios para hacer llegar la ayuda porque "es muy difícil predecir con quién estás tratando, cuál es su plan y cómo van a negociar contigo" reconoce a IRIN el responsable de asuntos humanitarios de la OCHA, Tareq Tahlama. Los organismos confían en las organizaciones locales para trabajar en esas zonas.
En las ciudades afectadas por la represión en las protestas antigubernamentales, los disparos son indiscriminados, denunció Tahlama. "Podemos convertirnos en objetivos indirectos", añadió.
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