Antes de desarrollar el tema es importante destacar, que es, EL NUEVO ORDEN INTERNACIONAL DE LA INFORMACIÓN Y DE LA COMUNICACIÓN ; el cual podría definirse como un proyecto internacional de reorganización de los flujos globales de información a través de distintas acciones de gobierno y del tercer sector.
Fue una iniciativa del movimiento de países No-Alineado en los años de 1970, el cual contó con el apoyo de
La guerra fría mantenía al mundo dividido entre miles de espías, servicios de inteligencia y una paranoia generalizada por la filtración de información que un bloque pudiera utilizar en contra del otro.
En esa coyuntura política internacional las propuestas de la comisión fueron tildadas simplemente de inviables bajo todo concepto.
La esencia básica de la comisión MacBride (nombre que proviene de quien estuvo al frente de la comisión, Sean MacBride) se presentó en la Resolución de Belgrado, aprobada por la 32a. Sesión de la Conferencia General de la UNESCO, en octubre de 1980.
El informe de
“Las necesidades de comunicación en una sociedad democrática se deben resolver mediante la extensión de derechos específicos tales como el derecho a estar informado, el derecho a informar, el derecho a la privacidad, el derecho a participar en la comunicación pública - todos ellos son elementos de un nuevo concepto, el derecho a comunicar. En el desarrollo de lo que pudiera llamarse una nueva era de los derechos sociales, sugerimos que se investiguen más a fondo todas las implicaciones del derecho a comunicar.” ²
Por primera vez, el NOMIC tenía un marco general, una justificación detallada, un sistema de propuestas y un concepto unificador - el “derecho a comunicar”.
Para muchos, la principal lección del NOMIC fue que la forma de seguir adelante tendría que ser a través de la democratización de los medios y de la comunicación, y no mediante esfuerzos dirigidos por el Estado o la industria para crear nuevos órdenes internacionales. En la práctica, era necesario realizar un cambio significativo hacia la sociedad civil, que hasta ese momento había sido excluida en su mayor parte. Los que habían estado participando -principalmente organizaciones periodísticas y en algunos casos académicas - continuaron el debate bajo el contexto de
El final de la Guerra Fría trajo consigo un cambio en el orden mundial que anuló los modelos de interpretación de las relaciones entre Gobierno, medios y ciudadanos en Estados Unidos hasta entonces vigentes. Éste es el punto del que parte Robert M. Entman, profesor de Comunicación y Ciencia Política en
“La siguiente es la lista (abreviada por nosotros) de la agenda que propusieron y que es además la misma, con algunas variantes, que sostiene
1.- Prioridad al estudio de la relación entre comunicación internacional y cambio social;
2.- Investigación de la creciente concentración de poder en el campo comunicacional y sus consecuencias;
3.- Analizar las tendencias haca la globalización y sus consecuencias;
4.- Investigar los efectos de la internacionalización de las industrias culturales en las identidades culturales;
5.- Búsqueda de estrategias que contrarresten la globalización, lo homogenización y la estereotipificación resultantes de la transnacionalización de la comunicación;
6.- Buscar formas de contribuir al entendimiento internacional utilizando la creciente globalización de las comunicaciones;
7.- Enfatizar la importancia de entender mejor aquellos aspectos de la comunicación internacional que más afectan a los países en vías de desarrollo;
8.- Enfatizar la importancia de la relación entre la comunicación internacional y problemáticas sociales tales como género, medio ambiente y educación;
9.- Analizar el proceso mismo de investigación y, en particular, cuestiones te teoría, metodología y técnicas de investigación:
10.- Realizar más investigaciones aplicadas sobre la práctica del periodismo internacional y las formas de mejorarlo, y
11.- Más atención a cuestiones de libertad de expresión censura y ética.
Como puede verse, la lista representa un reto tan formidable como lo fue aquella agenda original de los años 70 y requerirá un esfuerzo quizá mayor de ingenio y creatividad para abordarla.”
Aquí destacaremos los once principios, en los cuales debería fundamentarse el NOMIC
1) Eliminación de los desequilibrios y desigualdades que caracterizan la situación vigente.
2) Eliminación de los efectos negativos de determinados monopolios, públicos o privados, y de las excesivas concentraciones.
3) Remover de los obstáculos internos y externos para un libre flujo y más amplia y equilibrada diseminación de informaciones e ideas.
4) Pluralidad de fuentes y canales de información.
5) Libertad de prensa y de información.
6) Libertad para los periodistas y todos los profesionales, en los medios de comunicación, una libertad inseparable de la responsabilidad.
7) Preparación de los países en desarrollo para lograr mejoras en sus propias situaciones, sobre todo en lo que respecta a la adquisición de equipamiento propio, capacitación del personal, recuperación de infraestructura, además de tornar sus medios de información y de comunicación sintonizados con sus propias necesidades y aspiraciones.
8) Compromiso sincero de los países desarrollados para ayudarlos a alcanzar dichos objetivos.
9) Respeto a la identidad cultural de cada pueblo y al derecho de cada nación para informar el público internacional sobre sus intereses, aspiraciones y respectivos valores sociales y culturales.
10) Respeto al derecho de todos los pueblos para participar del intercambio internacional de información, basándose en la igualdad, justicia y beneficio mutuo
11) Respeto al derecho de la colectividad, así como de los grupos étnicos y sociales, para tener acceso a las fuentes de información y participar activamente en los flujos de comunicación.
Vale la pena que esta especie de once mandamientos forjen una nueva religión en el flujo de información. Sobre todo en este mundo que hoy se configura incrementando la falacia de que la información es aquello que consumimos diariamente mientras la real fuente de información necesaria para sobrevivir en un mundo más equilibrado es negada, codificada, ocultada y preparada solo para que la elite mundial conserve la fuente del poder.
Tras décadas de Guerra Fría y animada por la firme política seguida por Ronald Reagan,
Entre 1989 y 2001 la sociedad internacional y, muy especialmente, las naciones occidentales trataron de establecer los parámetros de un nuevo orden. No era una opción, sino una necesidad. Algunas de nuestras instituciones estaban marcadas, formalmente o de hecho, por la experiencia de
Luego del final de la Guerra Fría y la caída del muro, se ha vuelto común que, desde el paradigma de la globalización, se nos intente hacer creer que aquella vieja división entre centro y periferia no existe más. Es cierto que aquel modelo original presentaba varias falencias y tuvo algunas críticas merecidas. No obstante, también es cierto que no ha desaparecido esta relación original fundante. Basta tomar cualquier indicador de alguno de los últimos informes del PNUD para verificar rápidamente de qué hablamos cuando decimos naciones periféricas y naciones centrales. Más aún, el manejo “discrecional” que se viene llevando a cabo, por un minúsculo grupo de países capitaneados por EEUU, desde ciertos organismos como el Consejo de Seguridad hacia el resto de la ONU y los intentos de manipulación de espacios multilaterales como
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