Tras la victoria del socialista François Hollande en las presidenciales francesas, la Unión Europea observará con cautela los primeros movimientos del presidente electo, quien defiende unas medidas económicas más cercanas al crecimiento que a la austeridad.
Entre las medidas que François Hollande se ha comprometido a aplicar en las primeras semanas de su mandato se encuentran un tope temporal al precio de la gasolina y un aumento en el subsidio que se da a los padres con niños en edad escolar.
Asimismo, Hollande quiere revertir parcialmente la decisión de Nicolas Sarkozy de subir la edad de jubilación a 62 años. Con Hollande como presidente, los ciudadanos que empezaron a trabajar a los 18 años podrán retirarse a los 60.
Posteriormente, en una sesión parlamentaria extraordinaria, convertirá en ley los puntos principales de su programa presupuestario.
Estos incluyen una nueva tasa de impuestos del 75% para aquellos con ingresos superiores al millón de euros (US$1,3 millones), la contención de ciertas exoneraciones fiscales, y una nueva tasa a los bancos y las compañías petroleras.
Además, quiere crear 60.000 puestos de trabajo en el profesorado en cinco años así como 150.000 puestos de funcionariado para los más jóvenes.
Subida de impuestos
Según Sophie Pedder, corresponsal en París de la revista The Economist, "con su programa, los ingresos por impuestos subirán en Francia sin un aparente esfuerzo por reducir el gasto a un nivel manejable".
"Actualmente, el gasto público de Francia es el 56% del Producto Interno Bruto, más alto que en Suecia. Por tanto, es un país que ya cuenta con un nivel alto de impuestos y de gasto, y Hollande quiere subir los dos".
La pregunta clave es si, llegado el momento, Hollande podrá aplicar lo que ha prometido.
Los mercados de bonos, que recaudan el dinero que Francia pide prestado para poder mantener su economía en marcha, ya lo están observando de cerca.
En enero, la agencia de calificación de riesgos Standard&Poors rebajó el estatus francés de deuda soberana desde la clasificación más alta AAA.
Reglas del mercado
Si los mercados perciben la más mínima sospecha de que el gobierno francés está dejando que el gasto se dispare, subirán las tasas de interés que cobran por prestarle dinero a Francia.
Y esto, dice Sophie Pedder, conduciría al fin de los grandes esquemas socialistas de Hollande.
"Lo que me preocupa, no es que no tenga margen de maniobra, sino que no ha preparado a sus electores para la inevitable decepción", señala.
Pero los defensores del programa de Hollande dicen que sus planes son perfectamente realistas, y rechazan con enfado las acusaciones que dicen que el Partido Socialista quizá sea incapaz de controlar el presupuesto.
"Déjennos intentar escapar de las caricaturas", sostiene Thomas Piketty, profesor en la Escuela de Economía de París.
"En los años 90 fueron gobiernos socialistas los que prepararon a Francia para la entrada en el euro, que se tradujo en una reducción aguda del déficit", continúa.
"Los gobiernos socialistas quieren gastar el dinero en vivienda, educación y buenos servicios públicos. No quieren que el dinero se utilice para pagar intereses sobre la deuda. Así que tienen más incentivos que la derecha para controlar el déficit", agrega.
La Europa vecina
El otro aspecto fundamental de la política económica de Hollande, su posición respecto al pacto fiscal, inquieta a Europa.
El presidente electo quiere renegociar el pacto fiscal, que pretende reducir los déficits nacionales de los países de la Eurozona, para poder añadir nuevas provisiones para el crecimiento.
Para Piketty, el programa europeo de Hollande es uno de los motivos principales que explica que el socialista tenga el respaldo de tantos economistas franceses.
"La solución a la crisis de la deuda que impusieron Angela Merkel y Nicolas Sarkozy claramente no era perdurable", dice.
"Lo que se necesita es un proyecto europeo mucho más ambicioso y esto es lo que representa Hollande. Él defiende bonos europeos y el comienzo de una mutualización de la deuda nacional europea.
Los defensores del programa de Hollande aseguran que sus propuestas son completamente realistas.
"Este paso hacia una mayor integración política y económica es la única manera seria de salvar al euro", sostiene Piketty.
¿Un nuevo Plan Marshall?
Hollande tiene la fortuna de que su llamamiento a poner más énfasis en el crecimiento y menos en la austeridad coincide con llamados similares procedentes de otros lugares en Europa así como de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, es dudoso que la versión de Hollande de lo que constituye una estrategia de crecimiento coincida con la de otros legisladores europeos.
"Hollande está impulsando una especie de nuevo plan Marshall para Europa, con el préstamo financiado por el Banco Central Europeo. Pero básicamente se trata de gastar más y pedir más prestado, y eso no va a ser aceptable en Alemania", advierte Pedder.
Si bien el director del Banco Central Europeo, Mario Draghi, habló también de un "Pacto para el Crecimiento", el miércoles Draghi dejó claro que para él esto no era sinónimo de aflojar las restricciones del monedero público.
Por el contrario, pidió mayor flexibilidad del mercado laboral, el fin a la protección de ciertas categorías de trabajadores y pasos para mejorar las condiciones de los emprendedores.
En otras palabras, la clase de reformas que no reciben ninguna mención en el programa de François Hollande.