21 de diciembre de 2007

Historia Dominicana


El decaimiento económico y social en el siglo XVII

Este siglo puede ser llamado el siglo de la piratería, el corso, el bucanerismo y el filibiterismo, a jugar por la importancia que tomaron dichas actividades no solo en el Atlántico, sino también el pacífico y el mediterráneo.

Las acciones de estos aventureros gracias a que fueron sumamente intensas contribuyeron a deteriorar el rígido ordenamiento colonial.

Entre las Antillas saqueadas tenemos: Cuba por los ingleses y franceses así como también Puerto Rico. Para 1640, los holandeses poseían Curazao, San Eustaquio, San martín y Bonaire. Los franceses, parte de San Cristóbal, Santa Granada, Martinica y Guadalupe y los ingleses, Barbados, Nevis Monserrat, y parte de San Cristóbal.

En Santo Domingo el desarrollo económico y social fue torcido por las incursiones de los bucaneros, filibusteros y corsarios, así como también las devastaciones de Osorio.
Las despoblaciones de la banda Norte, redujeron la población, afecto la ganadería, la agricultura y el intercambio comercial ilegal a la ya decadente economía colonial.

La aparición de los bucaneros y los filibusteros.

Los bucaneros eran específicamente, cazadores de vacas y cerdos, su objetivo era la caza para la obtención del cuero el cual utilizaba como medio de intercambio con los piratas y corsarios.
El filibustero, designado así por el tipo de embarcaciones ligeras que utilizaban denominada Freebooter, su especialidad era la correría, la piratería y el contrabando, Eran grupos de más de 10 personas y formaban una sociedad denominada Hermano de la Costa.

A diferencia de los corsarios, que actuaban con el nombre y la protección de una nación que autorizaba sus fechorías a cambio de una parte de lo obtenido, los filibusteros como los piratas no se identificaban bajo la bandera de ningún país sino que actuaban por su propia cuenta.

Continúa la decadencia en medio de la lucha contra los ocupantes de la Tortuga.

Para 1630 la ciudad de Santo Domingo tenía 450 familias, 400 casas y estaban protegidas por un contingente militar de 2200 hombres, 2 compañía de negros libres, bozales y criollos y otra de esclavos negros y mulatos que sumaban uno 660 soldados.

Según Luís Jerónimo de Alcocer señala que para el 1650 la producción se había reducido: en el caso del cacao por ejemplo de 200 mil a 42 mil, el algodón solo se cultivaba en pequeñísima escala a penas para medias, faxas y cofietas para las negras, igual que con el tabaco y el corte de madera, caoba, cedro, ébano, palo brasil etc.

Como no se producía trigo y los embarques eran escasos el relato señala que a veces no había ni para la hostia, y la población se alimentaba de pan de casabe.

El decaimiento económico origino el relajamiento de las relaciones entre amos y esclavos lo que permitió el surgimiento de poblaciones cimarronas de importancia en varios puntos de la isla, aunque la el crecimiento mas grande fue en el Maniel región vecina a la frontera Dominico-Haitiana, la que fue definida por el arzobispo Francisco de la Cueba y Maldonado como una “ladronera de Bárbaros” que todos los años incrementa con los esclavos que escapan de las estancias y señala además que esa situación es una de las principales razones del miserable estado en que se encuentra la isla, en una carta al Rey el 15 de septiembre de 1662.

Nuevas guerras con España desata el corso y la piratería

A pesar se que las actividades del corso y la piratería entre los habitantes de la parte española de la isla de Santo Domingo eran antiguas sin embargo a partir de las guerras iniciadas con Inglaterra en 1739 conflicto denominado la “Guerra de Italia“ ya que estaba en diputa una parte del territorio de allí y el monopolio de trafico de los negros, la actividad de los corsarios se intensificaron y no se detuvieron hasta casi finales del siglo.

Entre los corsarios que menciona Antonio Sánchez Valverde en su obra se encontraban: José Antonio Domingo Guerrero, don Francisco de valencia, don Francisco Gallardo.

El corso como tal sostiene el Autor contribuyó a mejorar la situación económica de la colonia y así mismo la política de redoblamiento que desde los primeras décadas del siglo XVIII adopto la Corona y que constaba cerca de 16,000 pesos por cada cinco familia canaria asentada en los nuevos pueblos.

Los corsarios comenzaron a llegar en 1684, fecha en que se funda la villa de San Carlos de Tenerife, cerca de la Capital y como la población canaria aumento se fueron creando otros pueblos.

En 1317 fue fundado Puerto Pata, 1743 San Juan de la Maguana, 1775 Neyba y en 1740 Dajabón, Montecristi resurgió en 1751 y Sabana de la Mar fue fundada cuatro años después al igual que Baní en 1764.

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